La Cumbre de los Pueblos en Río+20: ¡Los movimientos exigen cambios estructurales!

NOTAS DE LOS VIERNES: Mientras que los gobiernos transaban los derechos reproductivos de las mujeres en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, grupos feministas y de defensoras de los derechos de las mujeres se organizaban en la Cumbre de los Pueblos por la Justicia Social y Ambiental para denunciar la economía verde y el modelo neoliberal de desarrollo, así como ofrecer propuestas feministas con relación al futuro del planeta.

Por Alejandra Scampini

Del 20 al 22 de junio de 2012, líderes mundiales, junto a millares de participantes de gobiernos, el sector privado, agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), ONGs y otros grupos, se reunieron en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible (Río+20) en Río de Janeiro para discutir la reducción de la pobreza, el fomento de la equidad social y la protección del medio ambiente. Paralelamente al proceso oficial de Río+20 la sociedad civil global se organizó en Flamengo también en Río de Janeiro en la Cumbre de los Pueblos por la Justicia Social y Ambiental. [1]

La Cumbre de los Pueblos: movilizaciones y reflexiones

La Cumbre de los Pueblos por la Justicia Social y Ambiental convocó a organizaciones, redes y movimientos de la sociedad civil de todo el mundo para confrontar la noción de la ‘economía verde’ y buscar alternativas a este enfoque, que fue uno de los principales asuntos para discusión por parte de jefes de Estado y gobiernos en Río+20.

Participantes en la Cumbre de los Pueblos criticaron la falta de debate sobre la gobernanza global en la conferencia formal de Río+20 y enfatizaron las diversas luchas que están ocurriendo en todo el mundo para confrontar el actual modelo económico dominante, a la vez de fortalecer la solidaridad y presentar propuestas y soluciones que hagan frente a la crisis sistémica.

En este espacio hubieron debates, plenarias y otras actividades en carpas, con más de 15,000 participantes en la Asamblea de los Pueblos. La Cumbre de los Pueblos revigorizó a estas personas, contribuyó a desarrollar agendas en común y por medio de su Declaración Final envió un mensaje político a la conferencia formal de Río+20. Miriam Nobre, de la Marcha Mundial de las Mujeres (MMM), dijo: “La cumbre termina, pero el proceso de lucha continúa” y esta lucha hacia adelante es recogida en la Declaración Final de la Cumbre de los Pueblos, que se refiere a un momento simbólico de nuevas sinergias entre movimientos por los derechos de las mujeres, feministas, pueblos indígenas, afrodescendientes, jóvenes, campesinas y campesinos, sindicatos, quilombolas,[2] activistas en el campo del desarrollo y otros.

Los pueblos indígenas, en particular, tuvieron una fuerte presencia durante toda la Cumbre de los Pueblos y organizaron una importante reunión internacional, la Conferencia Internacional de los Pueblos Indígenas sobre el Desarrollo Sostenible y la Libre Determinación. En la declaración final de esta Conferencia, indígenas de todas las regiones del mundo instaron a continuar la lucha contra las industrias extractivas, las inversiones depredadoras, la apropiación de tierras y territorios, los desplazamientos forzados y los proyectos de desarrollo insostenibles. Esas luchas se sustentan en la defensa del derecho de los pueblos indígenas a definir e implementar sus propias prioridades para el desarrollo económico, social, cultural y la protección ambiental sobre la base de sus culturas, conocimientos y prácticas tradicionales, así como en la aplicación de su derecho inherente a la libre determinación.

Las mujeres reflexionan, proponen y protestan en Río de Janeiro

“El objetivo de los grupos de mujeres y feministas que contribuyeron a organizar la Cumbre fue crear un acontecimiento inclusivo para la convergencia global de las luchas feministas y el intercambio y debate sobre las críticas al modelo de desarrollo desigual e insostenible”, dijo Graciela Rodriguez, del Instituto EQÜIT, Brasil. Mujeres de todas las regiones del mundo hicieron visible el rol crucial que las mujeres juegan en los debates sobre el futuro del planeta desde una perspectiva feminista.

La Articulación de Mujeres Brasileñas(AMB), la Articulación Feminista Mercosur (AFM), el Instituto EQÜIT y otros apoyaron la creación y organización del Territorio Global de las Mujeres, una carpa específica de mujeres dentro de la Cumbre de los Pueblos que brindó la oportunidad de llegar a la gente común, que en su mayoría ha sido gravemente afectada por la crisis. El Territorio dio visibilidad a las luchas que las mujeres están librando en todo el mundo para garantizar la sostenibilidad de los recursos, desde el acceso a la tierra para las mujeres en Malaui y la expansión del capital transnacional y la minería en algunas partes de África, Guatemala, Argentina y Perú hasta la apropiación del agua por parte de empresas extranjeras y nacionales en la cuenca del Río Amazonas. Representantes de la Asamblea de Mujeres Rurales en Sudáfrica, mujeres quilombolas del Brasil, La Vía Campesina y la AMB hablaron sobre las múltiples formas de resistencia que buscan defender bienes comunes—bienes que no pueden ser mercantilizados, financiados o usurpados por unos cuantos. Los discursos generaron conciencia sobre la necesidad de exigirles soluciones reales a los gobiernos; también resaltaron la soberanía alimentaria y la agroecología como alternativas clave a los modos de producción y consumo que prevalecen en el actual modelo de desarrollo económico.

Las participantes en el Territorio Global de las Mujeres fueron claras en cuanto a que las alternativas no tienen que ver sólo con el empoderamiento económico. Tal como muchas lo subrayaron, la violencia es un obstáculo principal al desarrollo y resulta difícil pensar en el desarrollo cuando mujeres y activistas están siendo asesinadas, perseguidas, violadas y obligadas a contraer matrimonios precoces. Como observó una mujer del Pakistán, en la conferencia oficial de Río+20 no hubo discusión sobre este asunto, lo cual es un indicador de la baja prioridad que se da a la violencia contra las mujeres, a la salud sexual y los derechos reproductivos en la agenda del desarrollo internacional y en la planificación, programación y presupuestación.

La Marcha Mundial de las Mujeres (MMM), conjuntamente con mujeres de La Vía Campesina, la Articulación Nacional de Agroecología (ANA) del Brasil y la Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas (CAOI), organizó actividades programáticas sobre feminismos, soberanía alimentaria y agroecología con el objetivo de exponer que el concepto de la economía verde es “el mismo modelo de desarrollo orientado por el mercado que mercantiliza nuestras vidas, nuestros cuerpos, nuestros territorios”. Dijeron “no” a soluciones de mercado que generan más negocios y no transforman los modelos de consumo, producción y reproducción social; asimismo, reafirmaron que las alternativas tienen que venir de la gente y deben incluir la equidad, la igualdad entre los sexos, el derecho a una vida sin violencia, como también la distribución del trabajo doméstico y los cuidados entre hombres y mujeres.[3]

La marcha de las mujeres

Más de 10,000 personas marcharon en la mañana del 18 de junio bajo la consigna “Mujeres contra la mercantilización de nuestros cuerpos, nuestras vidas y la naturaleza”.[4] Las mujeres alzaron sus voces y mantas contra el modelo capitalista, patriarcal, homofóbico y racista del desarrollo. Con tambores, silbatos, danzas, cantos y pancartas, denunciaron la economía verde y expusieron a corporaciones transnacionales e instituciones multilaterales, entre ellas el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, como actores clave en la mercantilización de la naturaleza y la profundización de la crisis medioambiental que nuestro planeta enfrenta. “Ellos son las verdaderas partes responsables de la crisis mundial que estamos viviendo hoy día y de la violencia y pobreza crecientes en las vidas de las mujeres”, dijo Nalu Faria, de la MMM. “Tenemos que vencer este modelo, pero a fin de lograrlo debemos superar la división sexual del trabajo, que no reconoce nuestro trabajo como tal y dice que las mujeres debemos realizar trabajo de cuidados por amor o porque compartimos una carga de culpa. Estamos exigiendo el reconocimiento del trabajo de las mujeres y también el fin de la división sexual del trabajo en el mundo productivo”.

Para las mujeres en la marcha, la lucha no es sólo por la sostenibilidad del medio ambiente, sino también para construir otro modelo de producción y consumo que asegure la igualdad. “Estamos aquí para reclamar nuestro derecho a la tierra y el derecho a escoger cómo sembrar y producir. La tierra es vida y una expresión de nuestra existencia; es parte de nuestro ecosistema en el cual sobrevivimos. Nuestra cultura está profundamente arraigada en nuestra tierra y en cómo la utilizamos”, dijo una representante de la Asamblea de Mujeres Rurales en Sudáfrica.

¿Y ahora qué sigue?

Los debates que criticaron el actual sistema capitalista, la recesión económica y la crisis financiera sufrida por muchos países desde el colapso financiero de 2008, así como las reflexiones en torno a posibles alternativas, no ocurrieron en la conferencia oficial de Río+20. Algunas mujeres en la Cumbre de los Pueblos consideraron que el espacio de la ONU no era conducente al debate para encontrar soluciones reales a las crisis sistémicas y criticaron el limitado espacio concedido a la sociedad civil en esos ámbitos formales de la ONU. En opinión de muchas, la Cumbre de los Pueblos brindó el único espacio real para avanzar las luchas contra el sistema capitalista, patriarcal y racista.

Las personas participantes en la Cumbre de los Pueblos compartieron una amplia gama de experiencias y formas de relaciones con la naturaleza que pueden ayudar a construir políticas públicas, pero aún existe el reto de cómo abordar las contradicciones entre un modelo alternativo de desarrollo sostenible y el modelo extractivo neoliberal. El concepto del desarrollo sostenible fue mencionado muchas veces, pero la construcción de esa sostenibilidad se ve amenazada por los acuerdos de libre comercio, el poder de las corporaciones y el erosionado rol del Estado. La declaración final del Territorio Global de las Mujeres también se refirió al débil papel que la ONU juega en la gobernanza global y a la amenaza y erosión crecientes de los compromisos ya acordados, especialmente en materia de salud sexual y derechos reproductivos.

El trabajo a futuro parece ser inmenso. La crisis sistémica llegó para quedarse y las voces de las mujeres en la Cumbre de los Pueblos fueron claras respecto a la necesidad de establecer mejores relaciones entre los seres humanos y la naturaleza, como también de buscar nuevas formas de consumo, producción y reproducción social. Las intersecciones entre el medio ambiente, la clase, el género y la justicia social nos plantean el reto de examinar las propuestas feministas, entre otras cosas. Necesitamos comprender qué se requeriría para tener una relación más armoniosa con la Madre Tierra y las maneras de considerar a la Madre Tierra como una sujeta con derechos en esta discusión.

Y esto no puede hacerse aisladamente. Tenemos que fomentar alianzas con movimientos ambientalistas por el desarrollo y la justicia. Los preparativos para Cairo+20, Beijing+20, Viena+20 y el próximo Foro Social Mundial en 2013[5] brindarán importantes oportunidades para esos debates cruciales dentro de los movimientos feministas y otros movimientos de la sociedad civil.

Notas:

  1. Ver la nueva página de AWID dedicada a la información sobre Río+20.

  2. Este nombre designa a comunidades de personas esclavas afrodescendientes que escaparon de plantaciones que existieron en Brasil hasta la abolición de la esclavitud en 1888. Vivían en asentamientos independientes conocidos como quilombos, de los cuales el más famoso fue el Quilombo dos Palmares en el noreste brasileño. [Nota de la traductora: En relación con las quilombolas, el Segundo informe periódico presentado por los Estados Partes de conformidad con los Artículos 16 y 17 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (E/C.12/BRA/2, 28 de enero de 2008, párrafo 88) señala que: “Estas comunidades han vivido tradicionalmente en lugares aislados que constituían un refugio seguro o en tierras recibidas como compensación por el trabajo. Hay remanentes de quilombos prácticamente en todos los estados y forman parte del binomio identidad-territorio. De acuerdo con una encuesta realizada por la Fundación Cultural Palmares, del Ministerio de Cultura, en la actualidad hay 743 de estas comunidades dispersas por todo el Brasil”.

  3. Boletín de la Marcha Mundial de las Mujeres distribuido en la Cumbre.

  4. La movilización fue organizada por varios grupos de mujeres tales como la Articulación de Mujeres Brasileñas (AMB), la Marcha Mundial de las Mujeres (MMM) y mujeres pertenecientes a movimientos como La Vía Campesina, la Confederación Nacional de Trabajadores en la Agricultura (CONTAG), la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), la Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas (CAOI) y la Articulación Nacional de Agroecología (ANA), además de otras organizaciones feministas.

  5. Ver la Declaración de la Asamblea de Movimientos Sociales durante el Foro Social temático Crisis Capitalista, Justicia Social y Ambiental, Porto Alegre, Brasil, 28 de enero de 2012.

Traductora: Laura E. Asturias.

Category
Análisis
Region
Global
Source
AWID