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COP26: Miradas Feministas sobre la Cumbre del Clima y Más Allá

No les sorprenderá saber que los quince días de negociaciones durante la COP26 no llevaron a los compromisos climáticos vinculantes que necesitamos, pasaron por alto políticas climáticas con perspectiva de género y no redistribuyeron equitativamente los recursos para garantizar transiciones justas. En cambio, los objetivos para 2030 nos están encaminando hacia un calentamiento de 2,4°C a 2,7°C1 para finales de siglo, lo que representa una sentencia de muerte para millones de personas y comunidades locales del Sur Global - especialmente mujeres, jóvenes, pueblos indígenas, defensorxs de la tierra y comunidades rurales - que soportan la mayor parte de la crisis climática. Esto es lo que necesitamos saber sobre esta cumbre políticamente vergonzosa que se ha reunido mientras decenas de miles de manifestantes se movilizaron en su contra para exigir soluciones reales.

Protesters and woman holding poster that reads, "System change, not climate change"
©2019 Chris Yakimov

La COP más excluyente de la historia 

Esta cumbre terminó siendo la cumbre más excluyente en la historia de todas las cumbres. Entre el acceso desigual a las vacunas contra la COVID-19, el aumento de los controles fronterizos, el cambio continuo de las reglas de cuarentena, los desafíos del procesamiento de visas y los precios exorbitantes del Reino Unido, entre otras barreras, muchxs defensores y activistas de base del Sur Global no pudieron participar. Los pueblos indígenas fueron en su mayoría excluidos de la cumbre, y sus conocimientos tradicionales sobre la gestión sostenible de la tierra y el agua siguen borrándose en lo que se describe como “una continuación del colonialismo”. Mientras tanto, la industria de combustibles fósiles fue la delegación más grande en la COP26, con más de 500 cabilderxs de combustibles fósiles afiliadxs a algunas de las compañías de petróleo y gas más grandes del mundo.

El status quo habitual de falsas soluciones 

Lo que siguió en la cumbre consistió en nada más que lo de siempre: un desfile interminable de soluciones falsas (y oximorones), como la finanza “verde”, la mineria “verde”, el crecimiento “verde que buscan que buscan mercantilizar aún más la naturaleza, “compensar” en lugar de reducir las emisiones y trasladar las cargas (a través de los mercados de carbono) al Sur Global - cargas que se impondrán de manera desproporcionada y violarán los derechos de las mujeres, los jóvenes, pueblos indígenas y otras comunidades de primera línea. Lejos de abordar las raíces y causas fundamentales de la crisis climática, estas iniciativas basadas en el mercado siguen las mismas lógicas neoliberal del sistema responsable de la crisis actual y por lo tanto continuarán a exacerbarla, con el único propósito de generar más ganancias para una pequeña élite.

De hecho, la cumbre estuvo marcada por la influencia desenfrenada de los intereses corporativos, conocida como captura corporativa, y convirtió otra oportunidad más para abordar la crisis climática en el principal vehículo para el lavado verde corporativo y estatal (presentando engañosamente acciones y políticas como ambientalmente sostenible). El texto final, si bien menciona los combustibles fósiles por primera vez, está en gran parte diluido en su lenguaje, dejando una multitud de oportunidades para la continuación de las actividades e inversiones en combustibles fósiles. Esto no tiene porqué sorprendernos considerando los 200 millones que la industria ha gastado anualmente para presionar a los gobiernos para que bloqueen, controlen o retrasen la adopción de políticas climáticas legalmente vinculantes. Más preocupante aún, los gobiernos que implementan legislaciones para limitar el calentamiento a 2°C para 2050 ahora se arriesgan a litigaciones por parte de la industria de combustibles fósiles que podrían costarles trillones.

Finalmente, no hubo compromisos claros para entregar nueva financiación climática en línea con las necesidades de los países del Sur Global. Las promesas repetidamente incumplidas (e insuficientes) de $100 billones por año son una mera fracción de la cantidad que los contaminadores históricos (tanto estados como corporaciones), deberían estar proporcionando para reparaciones. La única propuesta para la creación de la Facilidad para Pérdidas y Daños de Glasgow presentada por los 138 países del G77+ (que representan 5 billones de personas) fue eliminada del texto final por los Estados Unidos, el Reino Unido y la UE. En cambio, los países históricamente más contaminantes prefirieron participar en un ridículo juego de culpar a "quién contamina más" en lugar de aceptar la responsabilidad de sus políticas y (in)acciones destructivas.

Protester holding a canvas that reads, "Justicia Climatica"

Soluciones reales, no falsas soluciones

Como feministas críticas del neoliberalismo, entendemos la crisis climática como un síntoma del sistema económico actual (enraizado en el patriarcado, el racismo, el neocolonialismo y el antropocentrismo). Por eso tenemos que seguir construyendo economías justas, ecológicas, anticapitalistas, descoloniales y feministas. Estas alternativas basadas en el cuidado y la sustentabilidad de la vida (en vez de la explotación de las personas y la naturaleza) ya existen en muchas partes del mundo y en muchos sectores de nuestras economías como prefiguración de los otros mundos posibles que ya existen.

Debemos seguir construyendo y conectando estas alternativas en todo el mundo al mismo tiempo que luchamos para desmantelar los sistemas/estructuras (geo)políticos y económicos actuales, así como con los estados y las empresas que los respaldan. Por ejemplo, podemos seguir presionando por regulaciones (trans)nacionales más fuertes sobre el clima, para luchar contra la influencia corporativa sobre políticas climáticas y hacer que las empresas rindan cuentas (a través de un Tratado Vinculante o un Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles). Sin embargo, las regulaciones más estrictas también deben ir de la mano con el desmantelamiento de la economía neoliberal global, lo que implica reformar el mercado laboral global, los sistemas fiscales y comerciales globales, e invertir en infraestructuras y sistemas sociales para el cuidado de las personas y del medio ambiente. Está más claro que nunca que no podemos seguir confiando y esperando que nuestros gobiernos tomen acciones políticamente adecuadas para enfrentar la crisis climática y sus consecuencias. No tenemos más remedio que seguir articulando simultáneamente nuestras luchas en todos niveles y geografías de resistencia, hasta que construyamos los mundos feministas que necesitamos y merecemos.


Me gustaría agradecer a Ana Ines Abelenda, Felogene Anumo, Sanyu Awori, Nana Darkoa Sekyiamah, Inna Michaeli, Daniel Voskoboynik y Jessica Whitbread por sus comentarios.


1En vez del objetivo necesario de 1.5°C para asegurar la perennidad de la vida del planeta

Category
Análisis
Region
Global
Source
AWID