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Llegar a cero en VIH y sida: Retos persistentes para los derechos de las mujeres

NOTAS DE LOS VIERNES: Esta semana se conmemoró el Día Mundial del Sida, cuyo lema en 2011 fue “Llegar a cero”. AWID analiza algunos asuntos que se han destacado o persistido desde el Día Mundial del Sida en 2010 y que afectan la posibilidad de que las mujeres lleguen a cero.

Por Kathambi Kinoti

El informe del Día Mundial del Sida 2011 de ONUSIDA, denominado Cómo llegar a cero: Más rápido. Más inteligente. Mejor., es un pronunciamiento ambicioso de la determinación de esta agencia de la ONU en cuanto a asegurar cero nuevas infecciones por el VIH, cero discriminación y cero muertes relacionadas con el sida para el año 2015. Su optimismo es alentado por cifras impresionantes que reflejan una disminución en las nuevas infecciones por VIH y muertes a causa del sida. Según el informe:

  • La incidencia del VIH se ha reducido en 33 países, 22 de los cuales pertenecen al África subsahariana, la región más afectada por la epidemia de sida. El número total de nuevas infecciones por VIH en esta región ha disminuido más del 26% desde 1997.

  • A fines de 2010, aproximadamente 34 millones de personas vivían con el VIH en todo el mundo, un 17% más que en 2001. Sin embargo, las nuevas infecciones se redujeron a 2.7 millones a finales de 2010, comparadas con 3.15 millones en 2001, lo cual representa una disminución del 21% desde el nivel máximo de la epidemia en 1997.

  • Más personas que nunca han podido mantenerse vivas debido a la terapia antirretrovírica (TARV). Ahora casi la mitad de las personas elegibles para TARV la está recibiendo. Se estima que, en países de ingresos bajos y medios, 6.6 de los 14.2 millones de personas elegibles estaban recibiendo tratamiento a finales de 2010.

  • En 2010, el 48% de las mujeres con VIH embarazadas recibió un tratamiento efectivo para prevenir nuevas infecciones en bebés.

  • Las nuevas infecciones por el VIH en niñas y niños se redujeron a 390,000 en 2010, comparadas con 560,000 en 2002.

  • Ha habido un incremento significativo en la circuncisión masculina voluntaria. Ensayos clínicos realizados en Kenia, Sudáfrica y Uganda indican que la circuncisión masculina médica y voluntaria reduce en aproximadamente 60% el riesgo de que la mujer transmita el virus al hombre.

Sin embargo, las noticias no son enteramente buenas para toda la gente, según el informe. En Europa oriental y Asia central, desde 2001 hasta 2010 hubo un aumento pronunciado de 250% en el número de personas con VIH, principalmente entre quienes se inyectan drogas.

Además, el informe afirma que en algunos lugares las mujeres continúan adquiriendo desproporcionadamente la infección por VIH: “La proporción de mujeres que viven con el VIH se ha mantenido estable al 50% en todo el mundo, aunque este grupo de población es más afectado en África subsahariana (59% de todas las personas que viven con el VIH) y el Caribe (53%)”.

Las mujeres y el VIH y sida

El hecho de que la pandemia se ha feminizado no es una novedad. Desde cuando se percibía que la infección afectaba principalmente a hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, los estudios y la literatura han documentado la desproporcionada vulnerabilidad de las mujeres al VIH y al sida. Pronto después de su descubrimiento, el VIH y el sida empezaron a tomar un rostro femenino: las mujeres tienen vulnerabilidades biológicas, sociales y económicas en lo que respecta a adquirir el virus, así como un rol diferenciado en vivir con la enfermedad.

Vulnerabilidades entretejidas

Debido a su fisiología, las mujeres son más susceptibles que los hombres a adquirir la infección por VIH. Esto se debe a que el área vaginal por donde el virus puede entrar a la corriente sanguínea es más extensa que la de los órganos sexuales masculinos. El microbicida podría brindar protección primaria y secundaria a las mujeres. Un estudio en Sudáfrica publicado en 2010 mostró que las mujeres tenían 39% menos probabilidades de adquirir la infección si se habían aplicado un microbicida en la vagina antes del coito.

En una entrevista con AWID en 2010, Pauline Irungu, de la Campaña Global por los Microbicidas, opinó que los investigadores no están haciendo lo suficiente para hallar maneras de reducir la vulnerabilidad biológica de las mujeres al VIH. En efecto, la investigación de un microbicida no fue impulsada por investigadores médicos sino por defensoras de los derechos de las mujeres. Desde el anuncio en 2010 de que los microbicidas podrían reducir en 39% el riesgo de que las mujeres adquieran la infección por VIH, no se han dado a conocer avances importantes sobre el desarrollo de microbicidas. De hecho, en noviembre de este año fue suspendido un gran ensayo internacional (llamado VOICE) pues se llegó a la conclusión de que el microbicida bajo estudio no era eficaz.

Asimismo, es alarmante la reciente revelación de que DepoProvera, un anticonceptivo hormonal inyectable usado por numerosas mujeres en el Sur global, incrementa al doble su riesgo de adquirir y transmitir el VIH. Este anticonceptivo es conveniente para muchas mujeres por varias razones, sobre todo porque no tienen que tomarlo cada día y es relativamente barato, además de discreto cuando un hombre rechaza que la mujer use anticonceptivos. La noticia de que DepoProvera aumenta la susceptibilidad al VIH y al sida fue particularmente desalentadora para defensoras de los derechos de las mujeres pues los riesgos de este anticonceptivo han sido conocidos por la comunidad científica desde hace años sin informar de ello a las mujeres y porque no se está realizando suficiente investigación para desarrollar anticonceptivos con los beneficios de DepoProvera pero sin sus riesgos.

Los condones femeninos continúan siendo relativamente caros, están menos disponibles que el condón masculino y a menudo son incómodos para las mujeres. De nuevo, ha habido pocos avances en cuanto a superar estas barreras.

Cuestionando normas de género dañinas

Según el informe de ONUSIDA, un estudio histórico de 2010 en Sudáfrica sobre los vínculos entre el VIH, la violencia cometida por compañeros íntimos y la desigualdad de poder en las relaciones concluyó que una de cada siete jóvenes sudafricanas se habría librado de la infección si su pareja no hubiera utilizado violencia contra ella. El estudio también mostró que algunos ideales de masculinidad, como tener conductas sexuales riesgosas y múltiples parejas concurrentes, incrementan la probabilidad de que las mujeres adquieran la infección. El cambio de conductas ha demostrado que ser instrumental para combatir el VIH y el sida.

El informe de ONUSIDA celebra el aumento de la circuncisión masculina médica y voluntaria en África oriental y meridional, que puede reducir en 60% el riesgo de transmitir el VIH a hombres, lo cual es bueno. Sin embargo, en algunas comunidades que tradicionalmente practican la circuncisión masculina obligatoria es difícil trazar un límite entre la circuncisión como rito de iniciación para los hombres y como una medida de salud. La circuncisión como rito de iniciación suele preceder al ejercicio de masculinidades dañinas a expensas de las mujeres – por ejemplo, dominio sobre ellas y explotación sexual. El reto para comunidades donde anteriormente no se circuncidaba a los hombres consiste en adoptar la práctica física sin adoptar nociones defectuosas de la masculinidad que han sido perpetuadas por comunidades donde se les circuncida, las que a su vez tienen el reto de cambiar conductas para desasociar la circuncisión de la dominación masculina.

La circuncisión no garantiza que los hombres circuncidados estarán 100% protegidos contra la infección por VIH pero, en culturas con dominio masculino, la noticia de un 60% de reducción del riesgo de adquirirla podría alentar a los hombres a exigir relaciones sexuales sin el uso del condón y promover la culpabilización de las mujeres por transmitir el virus, en particular si la circuncisión masculina es vista como una barrera contra la infección por VIH, cuando lo cierto es que simplemente hace que los hombres sean menos vulnerables a adquirirla.

La legislación dañina contra personas con VIH y sida es otra tendencia que constituye un retroceso para los derechos de las mujeres. En una reciente entrevista con AWID, Lillian Mworeko, de la Comunidad Internacional de Mujeres viviendo con VIH/Sida (ICW), confirmó que penalizar el VIH y el sida es perjudicial para esos derechos.

Aparte de otras vulnerabilidades, las mujeres continúan sobrellevando la carga de cuidar a personas con VIH y sida. En África, por ejemplo, se estima que las mujeres representan dos tercios de quienes brindan cuidados a estas personas.

Pocos avances para llegar a cero en cuanto a las mujeres

Aunque el informe de ONUSIDA muestra que ha habido progresos significativos en la respuesta al VIH y al sida, no resalta ningún avance sustancial para los derechos de las mujeres.

Sin embargo, sí subraya algunos modelos que pueden ser replicados. En Sudáfrica, el Modelo Refenste para Cuidados Post-Violación ofrece recolección de pruebas, asesoramiento, pruebas y suministro de profilaxis post-exposición, todo a bajo precio y en un solo lugar las 24 horas del día. Otro modelo elogiado por ONUSIDA es una iniciativa en la provincia sudafricana de KwaZulu-Natal que ha establecido programas integrados para hacer frente al VIH, la tuberculosis, el cáncer de mama y de cuello uterino, la pobreza, la seguridad alimentaria y otra serie de servicios sanitarios y sociales. Esto incrementa los puntos de entrada de las mujeres al sistema de salud, así como la probabilidad de que se les hagan pruebas de VIH y sida y reciban el tratamiento requerido.

Uno de los principales obstáculos en la lucha contra la pandemia es el financiamiento. El informe de ONUSIDA muestra que la ayuda internacional para la respuesta al VIH y sida disminuyó de US$8,700 millones en 2009 a US$7,600 millones en 2010. En un reportaje de IRIN publicado el pasado 21 de noviembre, Médicos Sin Fronteras afirma que sin mayor financiamiento podría haber una verdadera regresión en la lucha contra la pandemia.

Aunque hay logros indudables en el combate al VIH y sida, no ha habido suficiente enfoque en las personas que son física, social y económicamente más vulnerables a la pandemia: las mujeres.

Más información:

Serra Sippel se refiere a un reciente discurso en el que la Secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, trazó un nuevo curso de acción para la respuesta al VIH, en el cual se marginó a las mujeres y la salud reproductiva. Según Sippel, “perderemos esta batalla si seguimos el plan sin considerar las consecuencias” pues, aunque el discurso estuvo decorado con referencias a las mujeres y la desigualdad de género, “la mención nominal de la violencia y discriminación por motivos de género no constituye una política centrada en las mujeres”. La autora resalta tres puntos pasados por alto en el discurso:

  1. Condones femeninos y masculinos: Son los únicos métodos existentes que, al usarlos correctamente en cada coito, protegen contra el VIH y propician que las mujeres planifiquen sus familias. Deben ser parte de cada programa para prevenir y tratar la infección por VIH y brindar cuidados a quienes la tienen.

  2. Integración de los servicios de salud sexual y reproductiva: El VIH y la salud reproductiva están inextricablemente vinculados. Abordarlos por separado causa brechas críticas de salud que alimentan la pandemia. Las mujeres con VIH podrían no recibir tratamiento porque su proveedor de planificación familiar no hace pruebas de VIH. Otras pueden recibir tratamiento en un clínica de VIH pero enfrentan estigma si buscan anticonceptivos o atención prenatal debido a la percepción generalizada de que las mujeres con VIH no deberían tener relaciones sexuales.

  3. Derechos de las mujeres: Las desigualdades de género que impiden a las mujeres controlar su actividad sexual son caldo de cultivo para el VIH. Los derechos de las mujeres deben ser reconocidos y respetados si hemos de negociar el uso del condón, alejarnos de relaciones abusivas, decir no a las relaciones sexuales indeseadas, rechazar el matrimonio infantil y combatir la violación.

Fuente: Notas de los Viernes de AWID, 2 de diciembre de 2011. Traducción del inglés: Laura E. Asturias. Título original: ‘Getting to Zero on HIV and AIDS: Persistent women’s rights challenges’.

Category
Análisis
Region
Global
Source
AWID