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La más reciente fiebre por la tierra en África: Repercusiones de los acaparamientos de tierra para los derechos de las mujeres

NOTAS DE LOS VIERNES: En África, los derechos a la tierra son cruciales para el poder económico. En la historia reciente ha habido tres olas de acaparamientos de tierra: durante la colonización, luego de la independencia y en la actualidad para propósitos comerciales y aparentemente de conservación ambiental.[1] Gobiernos y corporaciones continúan ejerciendo su poder en perjuicio de las mujeres africanas.

Este artículo es parte de una serie de Notas de los Viernes que examina algunos de los asuntos y debates relacionados con el tema del Foro Internacional AWID 2012 y establece conexiones entre las cuestiones de derechos de las mujeres y el poder económico. Más información sobre el acceso a los recursos y el control sobre ellos está disponible aquí.

Por Kathambi Kinoti

Hasta el 70 por ciento de los mil millones de habitantes en África vive de la tierra y el 70 por ciento de su fuerza de trabajo está empleado en el sector agrícola. La mayoría de las economías africanas depende de la agricultura – por ejemplo, la economía agrícola de Ghana y Nigeria constituye el 35 por ciento de sus productos internos brutos.

Muchas mujeres africanas cultivan la tierra, siembran, atienden, cosechan y preparan para consumo la mayor parte de los alimentos provenientes de parcelas. Cultivan alimentos para consumirlos en el hogar y venderlos en los mercados locales. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO): “En los países en desarrollo, la mayor parte del trabajo de las mujeres se dedica a la agricultura. Las mujeres participan en todas las fases de la producción alimentaria. ... las mujeres hacen la mayor parte del trabajo relacionado con la siembra, escarda, fertilización y recolección de los alimentos básicos, como el arroz, trigo y maíz, que representan más del 90 por ciento de la dieta de la población rural pobre”.[2]

Las mujeres recolectan leña en los bosques y acarrean agua desde ríos y lagos para consumo doméstico. Mantienen a sus familias y comunidades con los productos de la tierra. Aun así, en la mayoría de países africanos, sus derechos legales a poseer propiedades no están asegurados. Sólo el 1 por ciento de las mujeres en Tanzania tiene títulos de tierra legales. En Zimbabue, aunque hasta el 20 por ciento de las mujeres tiene títulos de tierra, a pesar de esta cifra relativamente alta ellas “raras veces se benefician” de su tierra, señala un reportaje de InterPress Service.

Frágiles derechos a la propiedad

Tradicionalmente, la tierra en África era propiedad comunal, lo cual no significa que toda la tierra estuviera disponible para cualquiera, sino que diferentes comunidades agrícolas y pastoriles étnicas o familiares poseían tierra y tenían derechos al acceso y uso de la misma.

Los sistemas patriarcales de propiedad de la tierra generalmente discriminaban a las mujeres. La mayoría de las comunidades era patrilineal; las mujeres tenían derechos al acceso y uso de la tierra derivados a través de sus esposos (o sus padres si eran solteras). Trabajaban la tierra para beneficio de sus familias, pero no tenían derecho a poseerla.

El colonialismo en el siglo XIX y principios del XX en África introdujo el concepto de la propiedad individual de la tierra, al inicio principalmente para beneficio de colonizadores o gobiernos. Más adelante, cuando trechos de tierra se demarcaron y registraron para propiedad individual de africanos, fueron registrados en nombre del “jefe” de la familia, quien invariablemente era un hombre, perpetuando así el sistema patriarcal de propiedad de la tierra.

Fiebre por la tierra en la actualidad

Según Oxfam, en los últimos diez años empresas y gobiernos han adquirido por lo menos 227 millones de hectáreas de tierra en los países en desarrollo, primordialmente desde 2009.[3] En África, el propósito de estas adquisiciones suele ser cultivar alimentos o cultivos para biocombustibles, o extraer riqueza mineral en beneficio de mercados fuera del continente. Por lo general, dichas adquisiciones se hacen sin conocimiento o consentimiento informado de las comunidades afectadas. Estos acaparamientos de tierra afectan los derechos de las poblaciones locales y son particularmente perjudiciales para las mujeres.

El deseo de Europa de depender menos de los combustibles fósiles y más de fuentes renovables de energía ha conducido a acaparamientos de tierra en África con el propósito de cultivar jatrofa (piñón de tempate), palma de aceite y sorgo dulce para biocombustibles. En Liberia, el gobierno está desplazando a personas de sus tierras agrícolas a fin de conceder más de un tercio de la tierra del país a empresas extranjeras de explotación forestal, mineras y agroindustriales.[4] En Ghana, los medios de vida tradicionales de muchas mujeres que dependían de sus cultivos de cacao y palma de aceite están siendo erosionados a consecuencia de los acaparamientos de tierra. Viudas etíopes que ya han sido despojadas de sus derechos a la propiedad de la tierra y tienen que cultivar ‘tierras marginales’ han quedado ahora más desposeídas debido a los acaparamientos de tierra porque estas tierras ‘marginales’ están siendo acaparadas para cultivar biocombustibles.

En algunos casos, la tierra que por siglos ha sido comunal está siendo demarcada para beneficio de una persona individual o una corporación. En 2009, el gobierno desalojó por la fuerza a indígenas pastoriles en Loliondo, al noreste de Tanzania, de su tierra ancestral con el fin de despejar el área para que una empresa extranjera estableciera una reserva turística de cacería.

Mayor carga sobre las mujeres

Con frecuencia, los acaparamientos de tierra también afectan el acceso de las comunidades al agua, un recurso que, a nivel del hogar, las mujeres son responsables de conseguir. Las mujeres deben invertir más tiempo y recorrer largas distancias a pie para acarrear agua o recolectar leña. Además, los acaparamientos de tierra son una fuente potencial de conflictos, los cuales afectan desproporcionadamente a las mujeres.

La conversión de la tierra a usos que no son cultivar alimentos para consumo y comercio locales amenaza la seguridad alimentaria de un continente ya agobiado por la inseguridad alimentaria. Las mujeres africanas, particularmente en las áreas rurales, sobrellevan la carga de alimentar a sus familias y son clave para garantizar la seguridad alimentaria y la reducción de la pobreza en África.

Las cargas que pesan cada vez más sobre las mujeres exacerban las desigualdades de género – ellas continúan desempeñando la mayoría de las funciones de cuidado en las comunidades y sus mayores cargas de trabajo contribuyen a desgastarlas.[5] Además enfrentan pérdidas de ingresos debido a la conversión de tierra donde cultivan alimenticios (para consumo doméstico y venta). En Ghana, muchas mujeres rurales obtienen ingresos del cultivo de nueces de karité; ahora, los acaparamientos de tierra para cultivar jatrofa están amenazando sus medios de sustento.[6] En muchos casos, “el jefe del hogar” se beneficia de los acuerdos de acaparamiento de tierras especialmente porque suelen ser hombres quienes los negocian.[7]

Asegurando los derechos de las mujeres

Las mujeres africanas ya están desfavorecidas por normas culturales discriminatorias sobre la tenencia de la tierra y algunos Estados reconocen este hecho en sus leyes y políticas. Por ejemplo, Kenia adoptó recientemente una política nacional de tierras que establece los derechos de las mujeres a poseer tierra y Tanzania tiene una ley que exige la participación de las mujeres en los órganos locales para administración de la tierra.[8]

En 2009, la Unión Africana adoptó el Marco y Directrices sobre la Política de Tierras en África, que insta a los Estados a asegurar el acceso equitativo a la tierra y reconoce el rol de la colonización respecto a afianzar el patriarcado en las leyes de propiedad de la tierra al “conferir derechos de título y herencia a los hombres de la familia” y permitir la discriminación de las mujeres en cuestiones de derecho personal (matrimonio y herencia). El Marco y Directrices afirman: “Si las leyes y políticas han de revertir los desequilibrios de género en la tenencia y el uso de la tierra, es necesario deconstruir, reconstruir y reconceptualizar las actuales normas de propiedad de la tierra en el derecho tanto consuetudinario como estatutario en formas que fortalezcan el acceso de las mujeres a la tierra y su control sobre ésta, respetando al mismo tiempo las redes familiares y otras de índole social”.

El Marco y Directrices recomiendan a los Estados promulgar leyes que aseguren los derechos de las mujeres a poseer tierra independientemente de su estado civil, les permitan ser herederas de la tierra y legarla en pie de igualdad, propicien la copropiedad entre cónyuges de tierra registrada y promuevan la participación de las mujeres en las estructuras de administración de la tierra. Agregan: “A fin de asegurar el disfrute pleno de los derechos a la tierra, estas medidas deben ser parte de una ideología que elimine de la esfera privada del matrimonio y la familia los asuntos relacionadas con los derechos de las mujeres a la tierra y los coloque en el dominio público de los derechos humanos”.

Entre otras cosas, el Marco y Directrices llaman a los Estados a “priorizar el desarrollo de la política de tierras y asegurar que las leyes sobre la tierra propicien un acceso equitativo a la tierra y los procesos relacionados con ésta por parte de todas las personas usuarias de la tierra”. Sin embargo, a pesar del lenguaje progresista respecto a los derechos de las mujeres, el Marco y Directrices no mencionan el problema de los acaparamientos de tierra y éste es un vacío que la Unión Africana debe cubrir. La experiencia pasada y presente de los desplazamientos forzados, la cesión de los derechos a la tierra y al agua y otras crecientes penurias para las comunidades locales evidencian que varios gobiernos africanos están priorizando la inversión de capital extranjero por encima del bienestar de sus propias poblaciones.

Las mujeres africanas están organizándose para oponerse a los acaparamientos de tierra y exigen que se aseguren sus derechos a poseer propiedades y a los recursos naturales.[9] Durante el Festival de Género 2011 en Tanzania, grupos de mujeres compartieron historias de resistencia frente a los desalojos y de organización en cooperativas para obtener ingresos. En general, los derechos de las mujeres a la propiedad de la tierra – incluyendo acceso y control – deben ser asegurados por ley.[10]

Fuente: Notas de los Viernes de AWID, 10 de febrero de 2012. Título original: ‘Africa’s Latest Land Rush: The Effect of Land Grabs on Women’s Rights’.

Traducción: Laura E. Asturias

Notas:

  1. En su discurso inaugural en el X Festival de Género de Tanzania en octubre de 2011, denominado ‘African Feminism and Popular Struggles for Land, Labour and Livelihoods’ [Feminismo africano y luchas populares por la tierra, el trabajo y los medios de vida], la Profesora Dzodzi Tsikata se refirió a tres fiebres por la tierra en África: los acaparamientos de tierra durante la colonización, los alentados por la liberalización económica (a principios de la década de 1980) y los actuales para propósitos comerciales y aparentemente de conservación ambiental.

  2. FAO, ‘Mujeres, agricultura y seguridad alimentaria’, hoja de datos presentada en la Cumbre Mundial sobre la Alimentación, 10-13 de junio de 2002.

  3. Oxfam, ‘Tierra y poder: El creciente escándalo en torno a una nueva oleada de inversiones en tierras’, Informe de Oxfam No. 151, 22 de septiembre de 2011, pág. 2.

  4. Silas Kpanan’ayoung Siakor y Rachael S. Knight, ‘A Nobel Laureate’s Problem at Home’ [El problema de una Premio Nobel en su país], The New York Times, 20 de enero de 2012.

  5. Discurso inaugural de la Profesora Dzodzi Tsikata en el X Festival de Género de Tanzania en octubre de 2011.

  6. Ibíd.

  7. Ibíd.

  8. Ibíd.

  9. Ver: Declaración de la Conferencia Internacional de Vía Campesina “¡Detengamos el acaparamiento de tierras, ya!”, celebrada en Nyeleni, Malí, 17-20 de noviembre de 2011.

  10. Ibíd., nota 3, pág. 4.

Lecturas adicionales

Category
Análisis
Region
África
Source
AWID