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Un llamado desde Myanmar, un recuerdo de Túnez

Sobre reencontrar el optimismo como feminista revolucionaria

Mi nombre es Lola.
Soy feminista.
Nunca he estado en Myanmar.

Hace unos días, asistí a un panel organizado por AWID con activistas feministas, indígenas y queer de Myanmar. Mientras escuchaba hablar a lxs panelistas, sentí emociones que iban más allá de mi comprensión y que no podía definir. Las preguntas, y también las respuestas, hicieron resurgir fantasmas de los que había escapado hace tiempo.

Myanmar vivió bajo una dictadura militar desde 1962 hasta 2011. En la segunda elección democrática del país, que se realizó el 8 de noviembre de 2020, la Liga Nacional para la Democracia,el partido político de Aung San Suu Kyi, obtuvo el 83% de los escaños. La votación fue impugnada por la junta militar y, bajo el pretexto de sospecha de fraude, el 1° de febrero, el jefe militar ordenó el arresto y la encarcelación de Aung San Suu Kyi y de numerosxs opositorxs. Posteriormente, los militares declararon un estado de emergencia de un año.

Mi nombre es Lola.
Soy una feminista del Sur global.
Aprendí sobre la historia de Myanmar en clases de geopolítica en una universidad francesa que me otorgó «el privilegio de rehacer mi educación».
En Francia, Myanmar no existe. En Francia, se llama Birmania.

Este golpe de estado trajo recuerdos de décadas de opresión para lxs birmanxs. Los traumas todavía están frescos, son tangibles. Lxs birmanxs salieron pacíficamente a expresar su desacuerdo en las calles de varias ciudades y pueblos del país, y lxs trabajadorxs ferroviarixs fueron a la huelga: dos derechos constitucionales promulgados desde 2011.

Collage of street art that says "Revolucion FEMINISTA"

Represión. La comunidad internacional se alarma. Le Monde, la BBC y otros medios dan números: 138 personas asesinadas.

En mi pantalla veía los rostros de cuatro activistas. En este espacio virtual, daban testimonio del horror cotidiano. Internet es limitada. Están desconectadxs del mundo, sin acceso a la información sobre ellxs mismxs.

No sabían el número exacto de víctimas. Las cifras siguen aumentando.

«Hay algunas personas LGBT incluidas en la lista de ángeles caídos, de héroes caídxs.» - Hla Myat Tun

Los medios locales están censurados.

«están en la mira de la policía y los militares. Por eso, se les ha ordenado no hacer transmisiones en vivo.» - Tin Tin Nyo

Los militares se reservan ilegítimamente el monopolio de la violencia legítima. Así, dejan  lugar a las narrativas de los medios internacionales. Las narrativas y los prismas analíticos basados en estas visiones son las únicas fuentes de acceso y, por lo tanto, su exclusividad los hace indispensables.

«Es por eso que estamos pidiendo a los medios internacionales que cubran la situación de nuestro país.» - Hla Myat Tun

Mi nombre es Lola.
Soy feminista.
Fui periodista.
He cubierto revoluciones y guerras.
Yo era los medios internacionales.
También.

En 2011, el régimen militar se disolvió y Myanmar comenzó un proceso democrático.

Del otro lado del planeta, un joven se ha prendido fuego. Túnez estaba en llamas. Después de 55 años de dictadura policial, silencio, bocas amordazadas y manos esposadas, Túnez estaba alzándose.
Todas las fronteras por aire, tierra y mar han sido clausuradas.
Como yo era local, fui contactada por un canal de televisión internacional para cubrir los eventos. Acepté: era absolutamente necesario inmortalizar este momento histórico.

Filmé las manifestaciones y la violencia policial, pero también los destellos de libertad en ojos que parecían extinguidos hacía mucho tiempo, las lágrimas de alegría cuando todxs volvían a sus casas a salvo, la ira y las esperanzas de lxs raperxs que finalmente se expresaban abiertamente; todo lo que ese momento significaba para mí, para nosotrxs.

Pronto se me hizo comprender que el público internacional necesita ver sangre, cuerpos. Se me explicó que esto incitaría su solidaridad, su empatía. Plantearon el concepto de los «muertos kilométricos»: cuanto mayor es la distancia a nivel geográfico, menos empatía hay. El afecto tenía que ser empujado, tenía que ser motivado.

Sírveles lxs muertxs, avala su voyeurismo, sus juicios, aliméntalos con los cuerpos de nuestrxs muertxs para el noticiero de las 20:00.

Pero en un mundo donde las imágenes de cuerpos inanimados son servidas diariamente a la hora de la comida, es difícil creer que nuestra lucha pueda llegar a lxs indiferentes. Sin embargo, creí en esto. Aislada en estos pequeños departamentos, en estos pequeños barrios de esta pequeña ciudad capital de este pequeño país, era la única ventana hacia afuera. Aprendí a tomar primeros planos de cuerpos acribillados, de rostros explotados. Sin vomitar.

- «Si eres periodista, es importante que difundas las voces que todavía no han sido difundidas.» - Nandar
- Sí, es importante, ¿pero a qué costo?
- «Pero, a pesar de eso, elegimos arriesgar nuestras vidas, porque creemos que esto nos mantendrá vivxs de alguna manera, ¿sabes?» -Nandar
- Sí, lo sé.

Mi nombre es Lola.
Soy feminista.
Soy lesbiana.
Soy una criminal.
Estoy indignada.

Soy una criminal. Desde los 11 años. Desde el primer día en que besé a una niña asignada con género femenino al nacer. La homosexualidad es un crimen punible con hasta tres años de prisión. Aprendí a coger con adrenalina, me jugaba tres años de mi vida en cada orgasmo. ¡Y vaya si valía la pena!

El placer es un acto de valentía.

Salía a las calles de Túnez en ese famoso año 2011 con la misma adrenalina que cosechaba, con la que había aprendido a vivir, y que terminé cultivando. Dificultad para respirar, y ese nudo en mi estómago que se fundía con los miles de nudos en los estómagos de miles de personas que, como yo, se han decidido finalmente a no sobrevivir, sino a vivir.

«Y cuando sales ves que las mujeres y las personas LGBTQI están en una línea diferente de estas protestas. Y ellas han sido las voces de la democracia y se han puesto de pie por la democracia, arriesgando su vida. Y es increíble ver esta unidad entre todxs nosotrxs a pesar del hecho de que somos diferentes.» -Nandar

Sí, fue hermoso, mágico, histórico. Después de 55 años de dictadura hemos derrocado al sistema. Hemos derribado a un presidente. ¡Hemos hecho una revolución! Los medios internacionales se ponen frenéticos/eufóricos, «la Primavera Árabe», la «Revolución de los Jazmines» ocupa todos los titulares. El mundo entero nos aplaude, un pequeño país desconocido es finalmente reconocido: un símbolo de libertad, de esperanza. Y comienza la campaña alrededor de la «modernidad» y la hegemonía postcolonial.

Inconscientemente, incorporé en mis notas este exotismo . «La Primavera Árabe», «la Revolución de los Jazmines». Y, sin embargo, sabía. Peleé, fui golpeada, participé en las protestas durante semanas y meses ahogándome bajo nubes de gas, salté sobre cuerpos sin vida para escapar de las balas de los francotiradores, corrí por las calles de esta ciudad que conozco como me conozco a mí misma. Mi ciudad. Era invierno. Yo no soy árabe. No hay jazmines, solo cactus que crecen donde comenzó la llamada revolución. Y no fue una revolución. Fue un alzamiento.

Pero yo no me atrevía a desacreditar este discurso de esperanza. Esta desilusión me fue negada. Me la rehusé a mí misma. Y esta autocensura me ha perseguido durante mucho tiempo.

- «Ellxs [algunxs manifestantes] culpan  a las víctimas, cuando comparten sus historias.» -Nandar - Estas voces todavía resuenan en mi cabeza: «No hables sobre el acoso sexual durante las protestas, ni de la homofobia ni del patriarcado», «la ropa sucia se lava en casa», «vamos a hablar de esto después de que ganemos».

Mi nombre es Lola.
Soy feminista.
Tengo un nudo en el estómago.

Crecí y siempre viví en países del Sur. Después de 24 años de vida bajo dictadura y de una rebelión onerosa, se me otorgó el «privilegio» de irme. Como cualquier inmigrante a la que siempre se le había negado el acceso al Otro Mundo, veía a Europa como una tierra prometida. Cuando llegué, me di cuenta de que este privilegio tenía un precio. Asimilacionismo, silencio, autonegación de ese yo ingrato que mi piel marrón y mi cabello rizado mostraban. Perdí el sentido de mi valentía. Aprendí a temer.

 - «Así que mis palabras finales para todxs ustedes son  que escuchen nuestra voz. Estamos realmente unidxs, y debemos vencer.» - May Sabe Phyu - Estoy sin aliento, y con el conocido nudo en el estómago. Gracias Hla Myat Tun, gracias Tin Tin Nuo, gracias Nandar, gracias May Sabe Phyu.

Hoy, después de horas de trabajo emocional, viendo imágenes fugaces que se desplazaban por la pantalla, reviviendo esos momentos dolorosos, entendí. Entendí que, como feministas, nos debemos la creación de nuestras propias narrativas, contar nuestras historias, compartir nuestras experiencias, reconocer nuestros miedos, nuestras esperanzas, nuestras desilusiones, los traumas y la violencia que hemos sufrido. Debemos crear espacios sin autocensura en los cuales aprender a ser, a veces, vulnerables. Es el más poderoso acto de valentía.

Mi nombre es Lola.
Soy feminista.
Soy optimista.
Sonrío.

Category
Análisis
Source
AWID