¿Dónde está el dinero para las organizaciones feministas? En su nuevo análisis, AWID descubre que la respuesta es alarmante
| Por Tenzin Dolker
Este artículo tiene una deuda de gratitud con lxs numerosxs aliadxs y consultorxs que han aportado sus datos y conocimiento experto, incluidxs Kelly Gannon del Fondo Global de Mujeres, Anna Koob de Candid, y Jenny Hedman de GenderNet, OCDE. La autora desea agradecer también a Kellea Miller, anterior gerente de Recursos para los Movimientos Feministas, por dirigir la elaboración de las infografías junto a Debbie Zamd y Chelsea Very. Otras contribuciones del personal de AWID incluyen a : Kasia Staszewska, Inna Michaeli, y Laila Malik

La pandemia mundial dejó al descubierto las consecuencias letales de décadas de políticas neoliberales nefastas.
La aniquilación de nuestras protecciones sociales básicas, en particular, la privatización de la salud, sumada a la crisis climática, han tenido efectos devastadores para las personas y nuestro frágil planeta. La pandemia también dejó en grave peligro las pocas conquistas logradas para la igualdad de género desde que los Estados Miembros de las Naciones Unidas se comprometieron con la Plataforma de Beijing hace 25 años.
En respuesta a estos cambios abruptos, el activismo y los movimientos feministas han estado entre las voces mundiales más potentes exigiendo políticas más justas y una recuperación feminista. Por ejemplo, lxs feministas han estado en las primeras líneas de las respuestas más innovadoras y necesarias al COVID-19, tanto en la esfera local como mundial, entre otras cosas oponiéndose a la actividad creciente de los actores antiderechos y a la masiva consolidación de la riqueza de las personas ultra ricas . Que quede claro: la necesidad de dotar de recursos a los movimientos feministas en toda su diversidad nunca ha sido más grande. Sin embargo, en la nueva investigación de la Asociación para los Derechos de las Mujeres y el Desarrollo (AWID) muestra que las organizaciones por los derechos de las mujeres y los movimientos feministas siguen enfrentando una escasez sistemática de recursos.
En nuestra investigación utilizamos la base de datos del Fondo Global de Mujeres (GFW, por sus siglas en inglés), uno de los principales fondos feministas del mundo, para analizar los presupuestos de las organizaciones feministas. De las 3739 organizaciones feministas y por los derechos de las mujeres que se postularon para recibir financiamiento del Fondo entre 2015 y 2019, aproximadamente la mitad de ellas (48%) operaba con un presupuesto anual promedio de USD 30.000 o menos. Solo el 6% de los grupos tienen presupuestos superiores a los USD 300.000, y un escaso 2% supera el millón de dólares.
Estas constataciones son increíblemente elocuentes, ya que directamente impiden el progreso necesario para avanzar hacia la igualdad de género. Asimismo, develan los pocos cambios que se han producido desde el informe de 2013 de AWID, en el que se señalaba que el presupuesto promedio de las organizaciones por los derechos de las mujeres era de solo USD 20.000.
Si hacemos un análisis más pormenorizado, podemos observar las diferencias regionales, las prioridades dispares de los donantes y los contextos variantes en los que los movimientos financian sus procesos de organización. Mientras que el 58% de las organizaciones feministas de América Latina y el Caribe y el 57% de las de Europa Oriental y Asia Central manejan presupuestos promedios de USD 30.000, esta proporción desciende al 47% en África subsahariana. Lxs feministas de Asia Pacifico y de Medio Oriente y África del Norte que solicitaban financiamiento al Fondo Global de Mujeres registraban una situación levemente mejor, con un 37% y un 34% de organizaciones que operan respectivamente con presupuestos de hasta USD 30.000. El tamaño de los presupuestos de los grupos LBQTI, trans, de trabajadorxs sexuales y jóvenes feministas es todavía más pequeño. Por ejemplo, según ASTRAEA Lesbian Foundation for Justice, el presupuesto medio para los grupos LBQ en 2017 era de apenas USD 11.713.
Esta es la situación imperante pese a los compromisos bien intencionados de los donantes de financiar la igualdad de género: más del 99% de la asistencia oficial al desarrollo (AOD) y las donaciones de fundaciones no llegan a los movimientos feministas y por los derechos de las mujeres. En el campo de la filantropía, de los ingentes USD 1,5 trillones en activos de las fundaciones y los USD 99.000 millones en donaciones totales de fundaciones en 2017, USD 1140 millones son fondos para la labor por los derechos humanos, según nuestro análisis de los datos de Candid, que administra la mayor base de datos sobre concesión de subvenciones mundial. Nuestra investigación indica que las donaciones para los derechos de las mujeres equivalen solo a USD 422,3 millones, lo que representa el 0,42% del total de donaciones de fundaciones.
De manera significativa, menos del 1% de toda la ayuda enfocada en las cuestiones de género se destina a las organizaciones e instituciones por los derechos de las mujeres.
Entre 2017 y 2018, las organizaciones por los derechos de las mujeres recibieron apenas el 0,13% del total de la AOD, y solo 0,4% de toda la ayuda centrada en las cuestiones de género. Los compromisos de AOD para las organizaciones por los derechos de las mujeres ha crecido solo en USD 6 millones, esto es, de USD 192 millones en el período 2013-2014 a USD 198 millones en cuatro años. En términos generales, la AOD para la igualdad de género como objetivo principal no ha cambiado tanto y se mantuvo sin variación en el 4% de toda la ayuda centrada en las cuestiones de género por casi 10 años.
Más preocupante es el hecho de que estas cifras son irrisorias si se las compara con el financiamiento masivo que se destina contra los derechos humanos de las mujeres y las personas LGBTIQ, y la promoción de la igualdad de género.
Por ejemplo, más de USD 280 millones de la derecha cristiana de los Estados Unidos financian actividades que conspiran con Rusia y otros actores antiderechos en espacios multilaterales como las Naciones Unidas. Están realizando incursiones efectivamente devastadoras para repeler los derechos humanos, la igualdad de género, la libertad sexual y reproductiva, y la autonomía sobre el cuerpo. En el plano nacional y regional, se inyectan copiosos recursos financieros para alimentar los esfuerzos dirigidos a impulsar una legislación antifeminista y anti-LGBTQI.
Además del trabajo cada vez más intenso de los actores antiderechos, la creciente consolidación de la riqueza en manos de las personas ultra ricas también supone una amenaza para los derechos humanos de las mujeres y de las personas LGBTQI, los movimientos feministas y las iniciativas por la justicia de género. La pandemia desencadenó una crisis económica sin precedentes, lo que ha empujado a muchas más personas a la pobreza, mientras que las fortunas de las personas multimillonarias registran un incremento de su valor neto de medio trillón de dólares. Entretanto, lxs contribuyentes subsidian los salarios de miseria de numerosxs trabajadorxs de las compañías que son propiedad de estxs multimillonarixs. Son importantes también las asimetrías de poder entre países y regiones. Existe un saqueo sistemático del capital y la riqueza de los países más pobres, de recursos que se necesitan con desesperación para financiar servicios vitales, por no hablar de la justicia de género. En estos tiempos de crisis económicas sin precedentes, los programas para la equidad de género y los derechos de las mujeres y las niñas se ven desfinanciados al mismo tiempo que sus necesidades aumentan drásticamente.
La evasión fiscal y el robo neocolonial de recursos del Sur Global son generalizados. Por ejemplo, mediante la evasión fiscal, la corrupción y la transferencia ilícita de bienes, las empresas extranjeras (y países) sacan recursos africanos y las riquezas privadas fuera del territorio africano. Corporaciones internacionales, personas y grupos millonarios evaden más de USD 427.000 millones por año. Los países de ingreso alto son responsables del 98% de las pérdidas fiscales de los países, lo que les cuesta a estos últimos más de USD 419.000 billones en impuestos no recaudados cada año. Los países de ingreso bajo son responsables de solo el 2%, lo que representa para los países más de USD 8000 billones en pérdidas fiscales por año. Imaginemos si estos recursos estuvieran de verdad disponibles y se utilizaran para financiar directamente los numerosos sistemas de protección social quebrados, de los que dependen en gran medida las mujeres y las niñas.
El 2021 será un año crucial para evaluar, criticar y revitalizar el panorama de financiamiento en pos del avance de la justicia de género y los derechos de las mujeres. A medida que se hace imperioso conseguir más y mejores fondos, debemos también poner la lupa en cómo los donantes mueven su dinero y a dónde y a quién lo destinan realmente. Un informe reciente de Mama Cash y AWID, en el marco de nuestra Alianza Count Me In!, contiene ejemplos del mundo real sobre la manera en que los donantes pueden superar sus desafíos institucionales y destinar ambiciosos recursos directamente a los movimientos de mujeres, en especial a los del Sur Global.
Ahora es el momento de aplicar estrategias de financiamiento transformadoras para llegar directamente a los movimientos feministas y por los derechos de las mujeres que operan en las primeras líneas y que enfrentan agobiantes desafíos producidos también por un sistema económico mundial insostenible. El activismo feminista y por los derechos de las mujeres ha desempeñado un papel de resistencia fundamental, y constituye un importante bastión contra el auge de los actores antidemocráticos, fascistas y fundamentalistas de todo el globo.
Este artículo fue publicado originalmente por Ms. magazine